Fidel Alarcón
Se ve con mucha preocupación en toda Latinoamérica un ascenso reaccionario de tajo fascista, de las elites regionales y trasnacionales, que de manera despiadada reaccionan ante el rápido cambio y agudización de las condiciones geopolíticas y económicas de la región, sufren una metamorfosis del modo convencional de practicar la política dentro del sistema democrático burgués, hacia un entorno cada vez más agresivo y autoritario.
Se ve con mucha preocupación en toda Latinoamérica un ascenso reaccionario de tajo fascista, de las elites regionales y trasnacionales, que de manera despiadada reaccionan ante el rápido cambio y agudización de las condiciones geopolíticas y económicas de la región, sufren una metamorfosis del modo convencional de practicar la política dentro del sistema democrático burgués, hacia un entorno cada vez más agresivo y autoritario.
Algunos hechos que podemos tomar en
consideración y que van sumando este grado de reacción son, en Brasil, el claro
golpe de estado parlamentario contra Dilma Russell, militarización de las zonas
urbanas de Sao Paulo, asesinato de líderes sociales, así como la persecución
política del ex presidente Lula y la reciente elección de presidente Jair
Bolsonaro, un personaje oscuro de la extrema derecha, militar formado en el
anticomunismo y el elemento más volátil que tiene la región al momento.
Las últimas elecciones en
Colombia han posicionado al Uribista, Iván Duque, articulador de la guerra pro
imperialista contra Venezuela, llamado a defenestrar los acuerdos de Paz
firmados con las FARC, heredero de los acuerdos firmados con la OTAN,
asesinatos diarios contra líderes sociales, obreros y campesinos;
En Ecuador, la traición al
proyecto de la Revolución Ciudadana por el presidente Lenin Moreno, persecución
política contra el expresidente Correa y encarcelamiento del vicepresidente
Jorge Glas, colaboración militar con EEUU y entrega total del país a las
oligarquías criollas, sesgo de negociaciones con China y Rusia.
En Argentina el nefasto Mauricio
Macri entrega el país al FMI y deja a cientos de trabajadores en el desempleo;
estos gobiernos, entre otros aglutinados en el grupo de Lima, lacayos del
imperio Yanke, van empujando la región hacia una versión trasnochada del
neoliberalismo.
Otro elemento es la injerencia
del capital Chino y Ruso, sobre todo la economía BRICS que ingresa como una
amenaza desestabilizadora de proporciones incalculables para el imperialismo
norteamericano, es la pauta principal para que el imperialismo norteamericano
desate todo un programa de militarización de la región.
Conocemos el fascismo como un
fenómeno que se desarrolla en el plano de la súper estructura político estatal,
entendiéndolo desde la perspectiva del marxismo, es la instauración del
terrorismo por parte de los sectores más reaccionarios del capital monopólico
trasnacional que toman el control del estado, ante la amenaza de perder su
sistema de dominación, tal cual nuestro escenario regional.
Algunas de estas características
son el autoritarismo del capital monopólico sobre otros sectores medios de la
economía, su forma de dominación es terrorista, ya sean por los medios
ideológicos o represivos, donde destacan el ultra - nacionalismo, anticomunismo,
racismo, xenofobia, homofobia, misoginia, irracionalismo, violencia extrema
contra la población, y que son comportamientos que se encuentran en estos
momentos promovidos por el imperialismo desde México hasta Chile, en especial
contra los trabajadores.
El desprecio de las elites por la
clase obrera se vuelve imprescindible en su plan de dominación, porque logran
identificarlo como su enemigo principal, el pueblo. Gobiernos como el del
Ecuador, Argentina, Brasil y Colombia impulsan políticas de flexibilización
laboral y una pauperización alarmante de las condiciones laborales, de la
juventud principalmente, en toda la región según datos de la OIT, lo que está
provocando ingentes movimientos migratorios, huelgas, manifestaciones, una gran
agitación del pueblo.
La elección como presidente de
Jair Bolsonaro, trae como consecuencia una alerta máxima para América Latina, demuestra
que el sistema democrático puede ser plenamente burlado, incluso por el
fascismo, y no está siendo eficaz para los intereses populares, lo que abre las
puertas a una crisis social, donde el coctel del fascismo latinoamericano, con
todas sus características autóctonas, es la respuesta idónea del imperialismo
para salir de este escollo en el que se encuentra actualmente. Mientras se
agota o estrecha la vía democrática para el progresismo, se acentúa la reacción
pro imperialista y abre espacio para la movilización y organización de la clase
obrera.
La orientación política de los
trabajadores en este momento es vital para mantener las posiciones de
resistencia popular, la lucha de los pueblos latinoamericanos contra el imperialismo
sigue siendo la punta de lanza contra el sistema capitalista y la lucha contra
el fascismo latinoamericano es una batalla que, como diría Walter Martínez, se
encuentra en pleno desarrollo y no
podemos descuidar un segundo, hasta acabarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario